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domingo, 12 de mayo de 2019

Superga: Agradecer es Merecer.


Los que visitan Turín un día soleado descubren en lo alto, hacia el Sur, en el arranque de los Apeninos, el espléndido santuario-basílica de Superga dedicado por Víctor Amadeo II de Saboya a la Virgen de la Gracia en 1717.
Era una meta relativamente cercana a la meta de los muchachos de Don Bosco que, cuando recibían una loncha de salame, la veían tan fina que aseguraban poder ver, a través de ella, el precioso santuario.  
A sus espaldas hay un triste monumento dedicado a los 18 jugadores del Torino, que murieron allí, en el choque en medio de la niebla del avión que los llevaba desde Lisboa, el 4 de mayo de 1949.
En los sótanos de esta Basílica hay un mausoleo de la familia real de los Saboya. Y entre los 62 enterramientos reales está el del que, entre 1873 y 1875, fue Rey de España, Amadeo.
Con su esposa María Victoria dal Pozzo visitaba en Madrid algunos lugares donde se prestaba un servicio doméstico, por ejemplo el de las lavanderas del Manzanares, mujeres que sostenían a sus familias con la remuneración de su trabajo.
Si visitas alguna vez el mausoleo de Superga podrás ver, sobre la lápida de Amadeo, una corona con la que le agradecieron en su día esas lavanderas de Madrid la atención recibida de aquel matrimonio real.      
El agradecimiento es el efluvio de un corazón sano, grande, generoso, abierto al otro, sea quien sea el otro, que brota con una carga espontánea de cercanía y regalo de lo más noble que se posee. Educar en el corazón de los nuestros la grandeza lleva consigo de un modo natural, espontáneo, luminoso a agradecer.      
Un viejo y sabio amigo, lo recuerdo y repito frecuentemente, a las personas que le atendían en su ancianidad y a las que les agradecía esa atención y le decían que no merecían tanto, él, grande de corazón, lo justificaba diciendo “Agradecer es merecer”.

martes, 30 de enero de 2018

Robando horas al sueño: Biografía Fco. Besucco.

Robando horas al sueño y con una luz siempre deficiente, Don Bosco escribió mucho: libros, folletos, circulares, cartas… Resulta estimulante entrar en ese denso capítulo de su historia. Los estudiosos de su vida dicen que fueron 1174 los impresos cuyos originales salieron de sus manos.
Entre las biografías que le debemos ocupan un relieve especial las de Domingo Savio, de Mondonio; Miguel Magone, de Carmañola; y Francisco Besucco, de La Argentera.
Fueron tres tesoros en su Casa de Turín. En ella murieron, siendo muy jovencitos, los dos últimos. Savio, ya muy enfermo, pudo ir a descansar definitivamente a su hogar.
Son biografías con un contenido pedagógico consciente, como es natural. Y deben quedar para nuestro interés con la luz de una persona como Don Bosco, alerta de mente, cálida de corazón y perspicaz en acompañar en el aliento de mentes y corazones.  
«Este jovencito –afirmaba refiriéndose a Francisco Besucco-, mediante la cultura tendrá excelente resultado en su educación moral. Porque está demostrado por la experiencia que la gratitud en los niños es casi siempre presagio de un futuro feliz; por el contrario, los que olvidan con facilidad los favores recibidos y las atenciones que se les han prodigado en su favor, quedan insensibles a los avisos, a los consejos, a la religión, y por eso son de educación difícil, de resultado incierto».
Este “pastorcillo de los Alpes”, que eso había sido hasta los doce años, descubría en la casa de Don Bosco un camino que le conducía a ennoblecer su  vida. Pero manifestaba en su costosa adaptación a una vida totalmente nueva para él, la veta del agradecimiento que para su sagaz educador era “presagio de un futuro feliz”.
¿Educamos en el agradecimiento? En un mundo como el nuestro en el que mucho es regalo, casi todo es fácil y todo es gratis, ¿nos esforzamos por hacer ver el horizonte de altruismo, de generosidad, de sacrificio, de amor en los que educan? Ayudar a que sea así cultivará el sentido de la gratitud y abrirá el horizonte de la felicidad: “¡Ha habido tantos que me han dado tanto!”. 

sábado, 9 de abril de 2016

Y volvió!!

Sin duda conoces la anécdota. Joâo Pereira de Souza, jubilado como pescador y albañil, de 71 años, vive en una isla cercana a la costa de Rio de Janeiro, Brasil. En 2011 encontró una mañana en la playa un pingüino cubierto de petróleo y con grandes dificultades para moverse y, probablemente, vivir. Se lo llevó a su casa y le dedicó casi diez días para dejarlo limpio y fuerte de modo que pudiese vivir en libertad. Se despidió de Dindim (le había regalado también ese delicioso nombre) sin suponer lo que sucedió algunos meses más tarde: que Dindim volvió. Y desde entonces, cada año ese cariñoso Spheniscus magellanicus (¡con lo bonito que es Dindim!) después de recorrer unos dicen que cinco mil, otros que hasta ocho mil kilómetros, regresa para pasar unos días con su amigo.
Me resulta muy difícil definir eso tan misterioso que llamamos sentimiento. Tiendo a creer que brota de un juicio racional que el hombre elabora a partir de experiencias, de relaciones, de sensaciones. Y quedo alelado cuando conozco la “conducta” de perros que demuestran que sienten, que recuerdan, que agradecen, que necesitan pagar con su “afecto”; que lloran la ausencia del que “aman” (¡porque aman!) y se agitan como fuera de sí cuando vuelven a encontrarlo. También los pingüinos, como los perros, tienen “alma” y me doy cuenta de que todo ser vivo (no sé si los gatos también) se modela interiormente con una actitud de dependencia amorosa que los guía. Hemos visto el modo de comportarse con ternura (¡pobrecitos, con la ternura de que son capaces!) los elefantes huérfanos cuidados y mimados por sus tutores.
¿Y el hombre? Me temo que el hombre es mucho más inteligente (¡menos mal!) y por eso es capaz de fabricar sentimientos voluntarios y tal vez conscientes de cálculos, rechazos, exigencias, despechos, resentimientos, venganzas y hasta violencia.
¿Cómo es posible? No han recibido amor. Es triste oír a algún padre que dice de su hijo: “Me ha salido…”. Los hijos no “salen”. Son, decía el del verde gabán del Quijote, pedazos de la entraña de sus padres. Pero cuando el padre no sabe amar, amar siempre, amar en todo, amar sobre todo, amar cuando exige, cuando corrige, cuando propone, cuando endereza, cuando se muestra “decepcionado”… el hijo se tuerce. Porque se ha retorcido interiormente al convencerse de que su padre no le quiere.

jueves, 22 de mayo de 2014

Auxiliadora.



Gilbert  Keith Chesterton (ya ha venido otras veces a darnos las buenas noches) fue un hombre grande: medía 1,93 metros y pesaba 134 kilos. Tuvo una educación intensa de modo que su espíritu estaba movido por la inquietud de conocer, de conocer… Tal vez por eso se interesó por el ocultismo y en el diabolismo. Y creía en el demonio.

Se casó con Frances Blogg, anglicana practicante, quien le ayudó a que se acercara al cristianismo. Estudió seriamente los escritos tradicionales sobre la fe. Y los padres John O’Connor y Ronald Knox, convertidos, como él más tarde, al catolicismo, le ayudaron mucho en su camino hacia su fe católica. Se convirtió en 1922.

No quería una Iglesia que se adaptase a los tiempos, ya que el ser humano sigue siendo el mismo y necesita que lo guíen: “Nosotros realmente no queremos una religión que tenga razón cuando nosotros tenemos razón. Lo que nosotros queremos es una religión que tenga razón cuando nosotros estamos equivocados...”.

Gilbert Keith Chesterton atribuía su conversión al catolicismo, entre otros factores, a dos hechos, de los que uno, referido a María, quedaba reflejado así: «Un místico católico escribía: “Todas las criaturas deben todo a Dios; pero a Ella, hasta Dios mismo le debe algún agradecimiento". Esto me sobresaltó como un son de trompeta y me dije casi en alta voz: "¡Qué maravillosamente dicho!". Me parecía como si el inimaginable hecho de la Encarnación pudiera con dificultad hallar expresión mejor y más clara que la sugerida por aquel místico…».

En mayo reverdecen muchas cosas. Lo verde es espera y esperanza. La sazón es de oro. Pero esperar nos mantiene en juventud, tensión, esfuerzo, camino… Todo eso nos brota en el espíritu con la presencia de la Madre de todos, Aquella a la que, según sentía Chesterton, “hasta Dios mismo le debe algún agradecimiento”. Como si dijese Auxiliadora de Dios. ¡Y lo es nuestra!

Andamos estos días del corazón de mayo celebrando o añorando la presencia viva de esa Madre siempre tierna, que nos toma de la mano o la pone sobre nuestra cabeza para que nuestro corazón mantenga siempre la nobleza de su estirpe.

jueves, 18 de octubre de 2012

¿Agradecer?



El cantante napolitano Enrico Caruso murió joven, a los 48 años, el 21 de Agosto de 1921. Algunos especialistas del mundo del canto lo consideran como el mejor tenor hasta hoy. Además de una voz excepcional tenía un corazón grande y generoso. Había ayudado a los niños de un orfanato norteamericano. Según se cuenta, al conocer el hecho triste de su muerte, decidieron hacerle un regalo: enviaron un cirio al santuario de la Virgen del Rosario de Pompeya para que ardiese las 24 horas de cada 1 de Noviembre en la capilla de la Virgen en su memoria. Dado que el cirio pesa 500 kilogramos y tiene 5.4 metros de alto y 1.5 metros de circunferencia, se calcula que durará 120.000 horas encendido. Como lo está sólo 24 horas al año, llegará hasta el año 6.921.

¿Es innata la gratitud en el ser humano? ¿Es sólida, duradera, constante? “Es de bien nacidos ser agradecidos” se dice entre nosotros. Pero se tiene la impresión, al girar la vista en el propio entorno, que este sentimiento no se da por igual en todos. ¿Es que hay alguien mal nacido? ¿O juega también la educación en el aliento de esta virtud? Yo no lo dudo. Cuando a un niño se le inicia razonada y sabiamente en la vida, ya desde pequeño, en el “sentido del otro” ante el hermano más pequeño o mayor que él, ante los padres, los maestros, los mismos amigos y compañeros, crece en él la actitud de aprecio, respeto, atención y afecto. Agradecer no es pagar una deuda por un favor recibido. Se podría saldar con otro favor recíproco y… en paz.
Agradece de verdad el que ve en el otro una persona para el que se ha hecho un hueco en el corazón. O, dicho de otro modo, agradece el que ama. O de otro modo todavía: enseñar a amar es ayudar a que crezcan todos los sentimientos positivos de los que es capaz el ser humano. Y así el agradecimiento será una noble irradiación del propio corazón.

sábado, 15 de octubre de 2011

Gratuidad.


Es bueno que reflexionemos sobre diversas facetas de “Caminos de servicio”, como la atención al mundo social, la educación, la salud, la cultura., etc. Y es que la vida sin servir a alguien o algo, no es vida, es una imitación de la vida. En realidad vale quien sirve.
Entre estos caminos de servicio hay uno muy especial que lo recorren algunos, no muchos; es el de la gratuidad. Servir gratis es ponerse a disposición de quien lo necesita, de balde, sin coste monetario alguno, sin cobrar por ello y sin pretensión de obtener otra cosa a cambio; es servir libre de condiciones y sin interés de beneficiarse de alguna manera.
En una sociedad en la que casi todo se cobra y que casi nadie hace algo por lo demás sino se lo pagan, resulta casi extraño que uno preste un servicio gratis, que lo haga sólo por hacer el bien al otro.
Pero existen personas que así lo hacen. Son aquellos que forman parte de un ejército casi invisible y que se llama el “voluntariado”. Podemos no tener en cuenta a misioneros que lo dejan todo para regalar cultura y formación, para cuidar enfermos, leprosos, abandonados, los consumidos por el sida, los tirados en las calles inmundas de algunos barrios, los que se están muriendo en una cuneta ante la impasible mirada de los demás, pero que unas religiosas anónimas los recogen y están cerca del lecho donde se mueren. No, no quiero señalar tan alto y lejanos a nosotros.
¿Se dan entre nosotros casos de voluntariado? Sin duda alguna. Una franja de nuestra sociedad, los ancianos, están a veces en situación de soledad que los convierte en destinatarios cercanos de nuestro voluntariado. Hay universitarios, que en los fines de semana se van a atender a ancianos solitarios, a cuidarlos, a charlar con ellos, simplemente a estar a su lado y escucharles, sin cobrar nada. Y así muchos que lo hacen sin meter ruido. Hay un grupo de valientes servidores que, además de visitarlos,  han ideado una cadena de comunicación con ellos por webcam para preguntar, interesarse cada día si han dormido bien, si necesitan algo, si se encuentran sanos.
¡Cuántas cosas se hacen gratuitamente! Si se os ofrece la ocasión, haced algo gratuitamente. Estaréis en el buen camino de servir a los demás. No os pesará. Os sentiréis más felices.