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miércoles, 18 de junio de 2014

Cáritas.

Como casi todo el mundo sabe, el Presidente de Caritas Internacional es, desde 2007, el cardenal salesiano hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga. Y como todo el  mundo sabe Caritas Internationalis es una organización caritativa y humanitaria de la Iglesia Católica formada por 165 organizaciones nacionales de asistencia, desarrollo y servicio social. Nació hace 117 años en Colonia, Alemania.
El pasado 21 de mayo fue elegido en la Conferencia Regional anual europea (Soesterberg, Holanda) Presidente de Caritas Europa el obispo de Gante (Bélgica) Luc Van Looy, salesiano.
Subrayarlo en estas Buenas Noches no es para que Don Bosco presuma de tener dos hijos al frente de esas dos organizaciones, sino para alegrar nuestro corazón con que dos hermanos nuestros estén al frente de asociaciones tan entrañables en su corazón de padre de los más necesitados.  
Monseñor Van Looy decía hace unas semanas: "Siento que Caritas tiene, ante todo, una misión muy importante para detectar y observar dónde existe la necesidad de la solidaridad. En una perspectiva evangélica queremos estar donde la gente está en necesidad y examinar qué se puede hacer para aliviar su sufrimiento, en cualquier parte del mundo… Para ser Iglesia hoy, hay necesidad de salir de cualquier tipo de vergüenza en la promoción de los derechos de cada persona. Siento la importancia de educar a las personas a la solidaridad, o más bien, a la fraternidad y a la hermandad fundada en la proximidad manifestada por Dios mismo a través de la encarnación de su Hijo. Él nos acompañará en nuestro trabajo".
Y tras su elección: "Como Presidente de Caritas Europa simplemente deseo ser… un oído que escucha a la gente… Durante mis años en el Consejo General de los Salesianos tuve la oportunidad de conocer a muchas personas y situaciones en todo el mundo. Tal vez esta experiencia me dará un poco más de comprensión de las necesidades y las soluciones".

En nuestra actitud, muchas veces crítica, ante el que pide, ¿qué postura tenemos con relación a Caritas? ¿Nos fastidia que nos recuerde que tenemos muchos más hermanos de lo que creíamos? ¿Qué nos haga saber que entre ellos tenemos hermanos pobres? ¿Qué un poco de lo nuestro entregado para ellos nos hace más ricos, más hermanos, más  felices?

miércoles, 14 de agosto de 2013

Edith Stein.



Edith Stein nació el 12 de octubre de 1891 (gran día para los judíos: Yom Kippur) en Breslau (Breslavia). Y murió con su hermana Rosa (siendo ambas carmelitas) como Sor Teresa Benedicta de la Cruz, en una cámara de gas de Auschwitz el 9 de agosto de 1942. Este mismo día de cada agosto se celebra en la Iglesia católica su fiesta como santa y patrona de Europa.
Los breves 48 años de su vida estuvieron jalonados por su vida feliz con su madre y sus diez hermanos (el padre murió cuando Edith tenía dos años); su resistencia a la escuela porque en ella no enseñan nada que ella no sepa y se aburre; su abandono de la fe hebrea a los 12 años "para afirmarse como un ser autónomo"; “una viva tendencia a la búsqueda de la verdad"; la entrada en la universidad; el encuentro con la fenomenología como algo más que una aventura de la mente; su tesis de doctorado sobre la empatía con el descubrimiento de la "alteridad"; su disposición a la escucha; su servicio como enfermera en la guerra; la visita, determinante para su futuro, a su amiga Ana, a la que encuentra serena y sostenida por la fe, viuda de Adolf Reinach, convertidos al catolicismo ("Este fue mi primer encuentro con la cruz y con la fuerza divina que transmite a los que la llevan... Fue el momento en que se desmoronó mi irreligiosidad  y brilló Cristo"); la lectura de un tirón, en casa su amiga Hedwig Conrad-Martius, de la autobiografía de santa Teresa de Jesús ("Cuando cerré el libro me dije: Esta es la verdad"); su Bautismo el 1 de enero de 1922 ("Había dejado de practicar mi religión hebrea y me sentía nuevamente hebrea tras mi retorno a Dios"); su deseo de ser carmelita (“... hoy soy mucho más consciente de lo que significa ser esposa del Señor en el nombre de la cruz”); estudia, da clases, escribe...; le aterra la llegada del nazismo (envía una carta para el Papa en nombre de su pueblo); el 14 de octubre de 1933 entra en el Carmelo de Colonia (votos temporales el 21 de abril de 1935; el 21 de septiembre de 1938 los perpetuos: "Que ya sólo en amar es mi ejercicio" repetía a su san Juan de la Cruz en el recordatorio de su profesión); la trasladan a Echt (Holanda) con su hermana Rosa; presas el 2 de agosto de 1942 las apresan y llevan a Westerbork, como venganza por un escrito de los obispos holandeses contra las acciones sobre los judíos ("Ven, vayamos, por nuestro pueblo", le dice a Rosa); el 7, con 987 judíos más, las llevan a Auschwitz donde muere en la cámara de gas el 9 de agosto de 1942 ("Quien pertenece a Cristo debe volver a vivir toda Su vida; debe madurar y convertirse en un otro yo, debe recorrer el camino de la crucifixión, debe dirigirse a Getsemani, debe subir al Calvario".

martes, 5 de junio de 2012

Distributismo.


Suena poco y hasta parece que suena mal. Pero fue el nombre que Gilbert Keith Chesterton, su hermano Cecil e Hilaire Belloc dieron a una propuesta de justicia social que superase el racionalismo sin corazón, el cientificismo sin horizontes, el socialismo en todas sus formas de tijeras para la libertad, el liberalismo industrial sin alma y el capitalismo sin hígado. Hundían sus raíces, tal vez un poco ingenuamente, en la doctrina que el Papa León XIII había desplegado sabiamente en su encíclica Rerum Novarum.
E idearon una asociación a la que dieron el nombre de Liga Distribucionista en la que recibieron el eficaz apoyo del irlandés padre dominico Vincent McNabb, conocido ya por los lectores de estas Buenas Noches. Quedó elegido presidente – y lo fue hasta su muerte - el mismo Gilbert que puso al rojo su semanario G.K. Weekly (El semanario de G.K.) para difundir la iniciativa. En la primera reunión de la liga Gilbert fue nombrado presidente, cargo que ejerció hasta su muerte. Y se crearon delegaciones en Bath, Birmingham, Croydon,  Londres y Worthing.
El francés Peter Maurin, fundador del movimiento del trabajador católico y aliado con la sierva de Dios Dorothy Day, batalladora periodista norteamericana, continuaron  la obra.
Maurin proclamaba que era necesario que todo hombre tuviera su casa, cristianos, católicos o no: “Quienes ya tuvieran una, tenían que tener otra “Habitación para Cristo”, el hermano sin casa. Y Chesterton escribía sobre la “limosna” o, mejor, la ayuda al necesitado, afirmando que la diferencia entre un Católico y un Altruista es que el Altruista le da dinero a las personas que se lo merecen y el Católico le da dinero a quien no se lo merece, porque sabe que en un principio él no merece tampoco el dinero que tiene (¡Ojalá!).
Un hombre, trabajador y entusiasta como Chesterton, que murió a las 62 años después de haber escrito 80 libros, cientos de poemas, más de 200 cuentos, artículos y ensayos; que sufría, como otros miembros de su familia, temporadas de depresión; que fue atacado por su conversión al catolicismo y que defendió su decisión con el fervor de un misionero, bien vale como ejemplo para nuestra vida, muchas veces encerrada en nuestros mezquinos intereses y en proceso de ahorro para capitalizar con vistas a la vida eterna.