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jueves, 10 de enero de 2019

Pinturas de Alta (Noruega).


La Humanidad goza con el patrimonio histórico y artístico que ha heredado desde el principio de la obra de los hombres. Uno de esos depósitos se encuentra en Noruega, en el municipio de Alta, en las orillas del Altafjorden, y se extiende por los espacios boscosos y la meseta de Finnmarksvidda. Allí un río, el Altaelva, ha formado a lo largo de los tiempos, desde la meseta hasta el fiordo,  uno de los más grandes cañones de Europa.
Las pinturas son, si no las más numerosas del mundo (tres mil en cinco puntos distintos) son casi las más, después de Chiribiquete. Son un recorrido sobre la vida de estas gentes que vivieron hace seis mil años y que se descubrieron hace menos de cincuenta.
La firma de nuestros antecesores es sagrada. Nos puede parecer ingenua, machaconamente repetida, muda, ya que no sabemos qué han querido decirnos. Pero esto sucede igual en la vida que llevamos adelante en el hoy y en la que no entendemos la lengua con que los hombres se expresan, que no debe preocuparnos si el lenguaje es inasequible.
Pero sí debemos vivir de modo que nuestra palabra construya. Que no sea un instrumento punzante en nuestras relaciones. Que quien nos oiga quede con el gusto y el deseo de volvernos a oír. 

martes, 28 de agosto de 2018

Chiribiquete o dejarse asombrar...


En la sesión número 42 del Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco (Manama, capital de Barein, ya sabes) fue declarado recientemente Patrimonio de la Humanidad este asombroso paraje natural y rupestre del corazón de Colombia, que es la Amazonia: el Chiribiquete.
Decir que ofrece, por ejemplo, más de setenta mil figuras de arte rupestre que nos han quedado al aire libre desde hace siglos es ya un buen estímulo para interesarte por ello.
Juan Manuel Santos, Presidente de aquella nación anunció, al conocer esta deseada declaración, que se ampliaría el parque quedando así protegidos su increíble biodiversidad y su inestimable legado histórico.
Si esta leve referencia que acabas de leer te hace sentir la curiosidad por ahondar en algunos de los medios que tienes a tu alcance para ampliar tu conocimiento y admirar su amplitud, sentirás la satisfacción de abrir tus ojos, tu mente y tu corazón a un mundo insospechado.
Pero en esta humilde página de propuestas para la reflexión cabe solo la que nos lleva a cultivar en nuestra tarea existencial y en la de nuestros sucesores esta idea, u otra parecida. No sé si del filósofo chino Lao Tse o de otro tan sabio como él, hace ya muchos años: “¡Ay del que ha perdido ya la capacidad de asombrarse con un ¡Ah!”.
Es frecuente que cuando nos referimos en el despliegue de nuestros argumentos a algún tema, a algún hecho, a alguna circunstancia valiosa para nuestro intento de educar, escuchemos un tajante “¡Ya lo sabía!” que nos deja sin ganas de seguir.          
Debemos orientar la cabeza de quien tratamos de acompañar en su maduración humana no sólo por el camino del saber, sino por la escala del sentir.
El que aprende agranda el saco de su conocimiento. El que modula su corazón con el asombro, la admiración, el aprecio, el agradecimiento, robustece el ejercicio y agranda su capacidad de hacer suya la riqueza espiritual de saber amar.

miércoles, 4 de julio de 2018

La biblioteca de Asurbanipal.


Usurbanipal, suponen los historiadores, no iba para rey, aunque lo fue. Porque su formación juvenil le llevó poderosamente hacia el saber. Y dedicó todo su entusiasmo en enriquecer la biblioteca que su predecesor Sargón II (rey desde 722 hasta 705) había comenzado en Nínive. Ni Sargón ni Usurbanipal o, como le llama Esdras, Asnapar, o se le conoce en otros escritos de la historia como Sardanápalo, fueron meros coleccionistas de “libros” o, propiamente, tablillas de arcilla cocida. Dejó escrito Sardanápalo para nuestro aleccionamiento: “…estudié el saber secreto de todo arte del escriba... “.
Otro joven, Austen Henry Layard, inglés, viajero, estudioso, inquieto, con ganas de ser arqueólogo, descubrió en 1847, como sin duda sabes, debajo de un montículo cercano a la ciudad perdida de Nínive y las ruinas del palacio de Senaquerib, ¡la biblioteca de Asurbanipal! Buena parte de ellas se conservan en el Museo Británico.
Eran casi 22.000 tablillas, contra las que el babilonio Nabopolasar, en el 626 y sin ninguna consideración hacia la ciencia, el arte y la Historia, volcó toda la fuerza de la destrucción.
¡El pasado!  Basta decir a alguna persona algo del pasado para que tuerza la cabeza como queriendo decir “¡No me vengas con historias!”.
Y, sin embargo, somos todos y en todo producto del pasado. Y debemos cultivar la memoria del pasado y educar en esa actitud para no resbalar en un presente sin futuro. Querer ignorar hechos, personas, conflictos, choques, desastres, cataclismos humanos (los de la Naturaleza debemos respetarlos aunque nos amarguen) es creernos autores de la Historia. Y es verdad que cada ser humano construye su propia historia, pero cuando tratamos de referirla nos encontramos muchas veces con un vacío profundo de esfuerzo, servicio, sentido altruista de la vida, como si a nadie debiésemos nada o como si nuestra vida se cerrase con nuestro raquítico recorrido.
Se me vienen estas sencillas pero exigentes reflexiones como motor de nuestro empeño en hacer sentir a los que acompañamos en su admirable ascenso para que adquieran conciencia de que nada de lo que ellos viven quede sin eco después de su memoria.

jueves, 14 de junio de 2018

Boxford: un tesoro arqueológico.


Llama la atención que personas sin medios económicos notables cultiven la belleza y den relieve a algo que parece inútil. Fue el caso del propietario romano de una villa no muy grande, el Oeste de Londres, en Boxford, hace cosa de veinte siglos. En las recientes excavaciones con las que se buscaba disponer de tierras, se encontraron un tesoro. Tesoro al menos arqueológico. Una pulsera infantil, monedas, cerámica, una baldosa con la huella de un animal, un local destinado posiblemente a troje, una pequeña piscina y un precioso mosaico de seis metros de largo con figuras de la mitología griega.
Neil Holbrook, experto arqueólogo y conocedor de las costumbres romanas, subraya la grandeza de ánimo del propietario de la villa, empeñado en dotar a su propiedad con tanta belleza.
Y Anthony Beeson, por su parte, conocedor de los gustos, costumbres y cultura  romanas, supone que la figura central del extraordinario mosaico es la de Belerofonte montado en Pegaso, el caballo alado, matando por el aire a la Quimera, el monstruo amenazador, como sabes. Otras figuras, también presentes, parecen ser Hércules, en lucha como era su costumbre, Cupido, adornado con flores como era su costumbre, Telamón, padre de Teucro, del que, sin duda, sabes ya todo.
Nuestra reflexión ante estos hechos de crónica, pudiera abrirse a la historia que se abre después de nosotros que somos educadores, formadores, forjadores de personalidades. Y, si no los somos, debiéramos serlo.
No servimos para que se nos agradezca el servicio. No razonamos para que se recuerde la grandeza de nuestra mente. No exigimos para dejar clavadas espinas, o la memoria de nuestros juicios. La memoria que deseamos que se produzca no es la de nuestro nombre o nuestros aciertos, sino la huella grabada en su personalidad de honradez, generosidad, entusiasmo, optimismo, aprecio por la vida, necesidad de regalarse, felicidad por sentirse capaces de hacer en sí mismos y en su derredor un mundo más bello. 

viernes, 17 de marzo de 2017

Un proyecto truncado.

Como sabes, la populosa ciudad de Pompeya quedó sepultada en Agosto o, más probablemente, en Noviembre del año 79 dC bajo el material arrojado por el volcán Vesubio. Mucho más tarde el rey de Nápoles, Carlos de Borbón, futuro Carlos III de España, encargó al ingeniero militar español Roque Joaquín de Alcubierre que comenzase las excavaciones para sacar la ciudad al sol. Era el año 1738. Y entonces empezó un trabajo que sigue todavía hoy, día a día.
La ciudad existía como entidad poblada, al menos desde el siglo VII aC. Los oscos y los samnitas anduvieron por allí y estos últimos, unidos a otras ciudades de la región llamada hoy Campania, lograron no caer de momento en las garras de los romanos. Pero estos, en el año 80 aC, la rindieron dándole el nombre de Colonia Cornelia Veneria Pompeianorum. Fue puerto importante para el paso de mercancías, con la via Appia muy cerca, hacia el Sur. El año 62 quedo muy dañada por un devastador terremoto, de modo que la destrucción venida del Vesubio en el 79 cayó sobre ella cuando se reponía de las heridas anteriores.
Prueba de ello es cuanto sigue: en una “manzana” de la calle de la Abundancia se ha encontrado recientemente un conjunto de indudable interés histórico y arqueológico en el que se trabaja para ofrecer dentro de tres años en su visita a los admiradores del Vesubio, tres mil metros cuadrados más de recuerdos de aquel pasado tan remoto.  Lo forman una panadería con sus elementos de producción, por ejemplo los esqueletos de los asnos que movían el molino (¡y el de una mula!), varios frescos de la Casa de los Castos Amantes y otra casa llamada de los Pintores en su trabajo. De esta casa es la imagen que acompaña a estas letras.
Parte de la pared se ve terminada con rojo cinabrio. Inmediatamente a la derecha se ve una superficie en blanco preparada para recibir el color. Las líneas rectas ya trazadas en ocre serían después los límites de los espacios en color que simularían fondos de paño o cortinajes de la estancia. Pero la labor quedó truncada. 
Y aquí nuestra reflexión. ¿En qué momento o después de qué hecho he advertido que mi obra de construcción de la personalidad de mi hijo, de mi pupilo… quedó en ciernes o por perfilar? ¿O hasta quedó quebrada? Porque si lo analizo tal vez descubro que mi intervención fue inoportuna, mi trato fue ofensivo (¡sí, “subjetivamente”, pero ofensivo!), mi actitud obsesiva, mi conducta desinteresada, fría y distante. Dejé de ser amigo y cesó mi capacidad de educador.

martes, 15 de noviembre de 2016

Pylos, un ejemplo de arqueología.

El empresario prusiano Johann Ludwig Heinrich Julius Schliemann (1822-1890) soñó con comprobar que lo que se lee, por ejemplo, en la Ilíada, fue real y que aquella realidad se vivió en Troya, Micenas, Tirinto, Orcómono… Y a Troya y Micenas se fue para excavar la tierra y descubrir que su sueño era acertado.  
Con menos medios y más método se sigue excavando y excavando en muchos lugares del mundo. La arqueología se viste con la nobleza de descubrir el pasado. Y hace un año (mayo de 2015) un equipo de arqueólogos (Jack L. Davis y Sharon R. Stocker, de la Universidad de Cincinnati) encontró en las ruinas de Pylos, en el sudoeste de Grecia, la tumba de un guerrero que fue enterrado allí hace unos 3.500 años en una fosa a 2,50 metros de profundidad, dos metros de ancho y cuatro de largo. Guerrero importante si tenemos en cuenta el hallazgo: un ataúd de madera con los huesos de un hombre joven de entre 30 y 35 años. A la izquierda estaban las armas: una espada de bronce con empuñadura de marfil y oro y una daga con oro. A la derecha, cuatro anillos de oro con finas tallas minoicas y cerca de 50 sellos de piedra con imágenes de dioses y toros. Entre sus piernas había una placa de marfil en la que estaba tallado un grifo, criatura mitológica cuya parte superior es de águila y la inferior de león, que protegía a los dioses y a los reyes. También se encontraron copas de oro, plata y bronce, un espejo de bronce con mango de marfil y seis peines del mismo material. Todo lo que parecía que iban a necesitar para navegar con seguridad por el difícil camino del más allá.
¿Y a cuento de qué viene esta vieja historia para nuestra vida? A mí se me ocurren estas dos nimiedades: ¿Organizan los padres y formadores el futuro de sus pupilos de modo que en su futuro sobre la tierra esté provisto de todo lo que van a necesitar para vivir con dignidad su condición de hijos y de discípulos? Me refiero a la honradez, probidad, sentido de la justicia, grandeza ánimo, fortaleza, tesón, generosidad, tenacidad, limpieza de conciencia… Es decir, todo eso que cuando miramos  a nuestro alrededor o en nosotros mismos echamos de menos y nos gustaría no tener que echarlo así? ¿Intentamos despertar en ellos aprecio por esas condiciones de hombres maduros, estimulamos el deseo de crecer en estatura intelectual, perfección de alma, belleza de conducta, luminosidad de obras? 

martes, 19 de mayo de 2015

Auxiliadora.

El-Bahnasa es el nombre actual de la antigua ciudad egipcia de Per-Medyed a unos 150 kilómetros al sudoeste de El Cairo, en Egipto. Pero cuando los griegos llegaron allí, con la “dinastía” de los Ptolomeos en el siglo IV aC, la llamaron Oxirrincos, que significa, más o menos, morro agudo, nombre que atribuían a un pez, indecorosamente mordaz.       
La ciudad fue cuna de una vida y una cultura intensas y variadas hasta que, por falta de agua en su canal de Bahr-Yusef, fue poco a poco abandonada, hollada, saqueada y olvidada, sobre todo a  partir del año 641 con la invasión árabe.
Y llegó Napoleón en 1799 con sus soldados y sus estudiosos. Y uno de estos,  Vivant Denon descubrió bajo aquellas arenas, aquí y allá,  una prodigiosa fuente de cultura: que no llegaron a identificar.
Casi un siglo más tarde, 1897,  Bernard Pyne Grenfell y Arthur Surridge Hunt excavaron, descubrieron y se llevaron a Inglaterra miles de papiros con escritos apasionantes de comercio, filosofía, matemáticas, ciencias, historia, religión…: los Oxyrhynchus Papyri.

No interesaría mucho para este escrito todo lo anterior si entre los papiros de contenido religioso no se hubiese identificado uno con este contenido que, sin duda, te suena:

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,
¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!


Vale la pena subrayar tres palabras del texto griego (según el estudioso Edgar Lobel del año 250, más o menos) eusplanjnían (tiernas entrañas), que es mucho más que “amparo” o “auxilio”; zeotóke (Madre de Dios); y, repetida dos veces, móne (la única), para apreciar la antigüedad, la delicadeza y la veneración del que compuso esta invocación y de los que, apreciando todo eso, la rezaron, la transmitieron y la copiaron.