domingo, 24 de diciembre de 2017

Sacra Conversazione de Navidad.

“Sacra conversazione” es el acertado título de la espléndida tabla (312 x 215 cm) de Tiziano (la primera obra que firmó, a los treinta años) por encargo del mercader de Duvrovnik, Alvise Gozzi, para el altar mayor de la iglesia de San Francisco en Ancona.   
De arriba abajo gozamos viendo la atención que la Virgen presta a San Blas, protector di Dubrovnik, obispo y médico, cuidador de las gargantas. Éste señala a Alvise el precioso conjunto que se ve en el cielo: dos ángeles juegan con coronas, mientras que otro ayuda a la Madre para que el Niño no se vaya a jugar con ellos; María, joven y fuerte al contener las ansias de su Hijo, mira y escucha a San Blas que le presenta a Alvise. Francisco, con la mano sobre el pecho, canta en silencio su admiración por la bondad de Dios hacia sus criaturas. Cada uno, con los ojos, con la boca, con sus manos y con su corazón mantiene una conversación, naturalmente sagrada, pero humanamente  intensa y entrañable. 
Al fondo se adivina Venecia, con la laguna de San Marcos, el Palacio Ducal y su esbelto campanario.
Hay en Milán una tradición pintoresca: conservar una rebanada del panettone de Navidad para comerla el día de San Blas, el 3 de febrero.
Si nos fijamos bien podemos advertir que la mirada del Niño Jesús va también más allá (¡más acá!) de lo que le acompaña en la escena. Nos mira para verter sobre nosotros la decisión, porque estamos convencidos, de que la esencia de la Navidad, envuelta en luz, color, gozo familiar y humano, no pierda su sabor divino, el único que la hace verdaderamente Navidad. Y cada uno de nosotros sabe bien y siente hondamente cómo  vivirlo. Seríamos más felices, más humanos, más hermanos… si una rebanada de la esencia de la Navidad quedara para el resto de nuestro camino.

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