viernes, 29 de diciembre de 2017

Como un recio abeto...

¿Quién mejor que el Sucesor de Don Bosco en el amor a su Familia Salesiana y en ella a los jóvenes don Ángel Fernández Artime? Él nos dice.

En el mes de julio tuve la oportunidad de vivir una semana de serenidad y paz en un retiro espiritual con los demás miembros de nuestro Consejo General. El lugar en el que estábamos era el monasterio de Vallombrosa. Un lugar muy sencillo, sobrio, que se encuentra en medio de la naturaleza, a mil metros de altitud. Un lugar también fresco que invitaba a la oración, rodeados de miles y miles de abetos que tenían, muchos de ellos, más de veinte metros. De hecho, es una de las masas forestales más importantes de Italia.
Y allí aprendí una lección de biología que me impresionó. Ya me había fijado en que aquellos abetos eran muy altos, casi podría decirse que extremadamente altos; muy rectos. Y la copa de cada abeto es muy pequeña, con pocas ramas y pocas hojas. Casi me atrevería a decir que tenían lo esencial para poder vivir realizando las funciones propias de las hojas, y seguir creciendo.
Preguntando a un experto por tal singularidad me dijo que aquellos abetos y en aquel lugar tenían tres características muy especiales. Son éstas: Eran árboles que tenían unas raíces muy profundas, un tronco muy flexible, y una copa (ramas y hojas) muy pequeña.
Preguntándole el porqué de esto, me dieron una explicación que me maravilló.
- Las raíces profundas le son muy necesarias a cada abeto para poder encontrar humedad y agua, por más que haya sequía en la superficie, a veces con veranos que son abrasadores, incluso en la montaña.
- El largo tronco (incluso de 25 metros de altura en muchos de ellos) necesita ser muy flexible para poder cimbrearse, oscilar a merced del viento. Sin esa flexibilidad, máxime con tanta altura, fácilmente se romperían si fuesen más rígidos.
- Por último, el tener una copa tan pequeña es un elemento de evolución natural para que en las grandes nevadas las ramas no se rompan. Si fuese muy ancha y con muchas ramas, sin duda que el peso de la nieve quebraría muchas ramas poniendo en peligro todo el abeto.
Me quedé maravillado. Así explicado es más que evidente. Y me dije a mí mismo: Qué increíble metáfora, qué lección de vida de la propia naturaleza para nosotros los humanos. Pensé de inmediato en nosotros. Si alcanzamos a vivir con estas tres características, es decir con una profundidad e interioridad grande que nos permita encontrar esa 'agua fresca' de la serenidad, de la calma, de la paz, aún en los días difíciles, en los momentos de dolor o de disgusto, no nos derrumbaremos.
Si somos capaces de ser flexibles en lo esencial, de ser versátiles cuando se trata de que lo que esta en juego es importante; cuando suplimos la intransigencia por el diálogo, la escucha, la paciencia y la cercanía que nacen del amor, no nos quebraremos fácilmente.
Y si buscamos de verdad sólo lo más esencial, es decir lo auténtico, lo que nos es más imprescindible y que más nos llena, otras muchas cosas pasarán a ser absolutamente relativas y nos sentiremos más plenos y más ricos y llenos en todos los sentidos. Y me parece que esta lección de la naturaleza es muy oportuna en este año en el que estamos invitando tanto a las familias a ser, justamente familias que han de ser escuela de vida y de amor. Y es algo que vale para las relaciones personales, para los vínculos en el seno del hogar, para la educación y acompañamiento de los hijos.
Nos es muy valioso para todas las relaciones de afecto y de amistad. Me parece oportuno incluso para los espacios de trabajo. En fin… allá donde está en juego quiénes somos y cómo somos y nos desenvolvemos.

domingo, 24 de diciembre de 2017

Sacra Conversazione de Navidad.

“Sacra conversazione” es el acertado título de la espléndida tabla (312 x 215 cm) de Tiziano (la primera obra que firmó, a los treinta años) por encargo del mercader de Duvrovnik, Alvise Gozzi, para el altar mayor de la iglesia de San Francisco en Ancona.   
De arriba abajo gozamos viendo la atención que la Virgen presta a San Blas, protector di Dubrovnik, obispo y médico, cuidador de las gargantas. Éste señala a Alvise el precioso conjunto que se ve en el cielo: dos ángeles juegan con coronas, mientras que otro ayuda a la Madre para que el Niño no se vaya a jugar con ellos; María, joven y fuerte al contener las ansias de su Hijo, mira y escucha a San Blas que le presenta a Alvise. Francisco, con la mano sobre el pecho, canta en silencio su admiración por la bondad de Dios hacia sus criaturas. Cada uno, con los ojos, con la boca, con sus manos y con su corazón mantiene una conversación, naturalmente sagrada, pero humanamente  intensa y entrañable. 
Al fondo se adivina Venecia, con la laguna de San Marcos, el Palacio Ducal y su esbelto campanario.
Hay en Milán una tradición pintoresca: conservar una rebanada del panettone de Navidad para comerla el día de San Blas, el 3 de febrero.
Si nos fijamos bien podemos advertir que la mirada del Niño Jesús va también más allá (¡más acá!) de lo que le acompaña en la escena. Nos mira para verter sobre nosotros la decisión, porque estamos convencidos, de que la esencia de la Navidad, envuelta en luz, color, gozo familiar y humano, no pierda su sabor divino, el único que la hace verdaderamente Navidad. Y cada uno de nosotros sabe bien y siente hondamente cómo  vivirlo. Seríamos más felices, más humanos, más hermanos… si una rebanada de la esencia de la Navidad quedara para el resto de nuestro camino.

martes, 19 de diciembre de 2017

Dulce Navidad.

En la edición de diciembre de este año de 2017 del BOLETÍN SALESIANO viene la felicitación que nos hace a todos los que estamos en la Familia Salesiana su Rector Mayor, sucesor de Don Bosco e intérprete de sus sentimientos. Y lo hace con la felicitación que hacía Don Bosco a sus muchachos en aquel frío “portal de Belén” de la casa del Oratorio de Valdocco.
Para los asiduos y benévolos lectores de las Buenas noches de Don Bosco para el siglo XXI no hay mejor expresión de ese deseo de felicidad que la que tuvo Don Bosco para sus muchachos:   
«Mañana comienza la novena de Navidad. Son dos las cosas que os recomiendo en estos días. Recordad a menudo a Jesús Niño, el amor que os trae y las pruebas de amor que os ha dado hasta morir por vosotros. Por la mañana levantándoos inmediatamente al toque de la campana, sintiendo frío, recordad al Niño Jesús que temblaba de frío sobre la paja. A lo largo del día animaos a estudiar bien la lección, a hacer bien el trabajo, a estar atentos en la escuela por amor a Jesús. No olvidéis que Jesús crecía en sabiduría, edad y en gracia ante Dios y ante los hombres.
Y sobre todo por amor a Jesús cuidaos de cualquier falta que pueda disgustarle. Haced como los pastores de Belén, id rápido a visitarlo… ¡Afortunados pastores! Decimos nosotros. Y sin embargo nada hay que envidiarlos pues su suerte es la misma que la nuestra. El mismo Jesús, que fue visitado por los pastores en el portal, se encuentra aquí en el sagrario. La única diferencia está en que los pastores le miraron con los ojos del cuerpo, nosotros sólo con la fe, y no hay cosa, que podamos hacerle más grata, que visitarlo a menudo. ¿Y visitarlo cómo? Primero con la comunión frecuente. Otra manera es ir alguna vez a la iglesia durante el día, aunque sea sólo por un minuto».

jueves, 14 de diciembre de 2017

Adviento, un nuevo horizonte.

Conocí a Chiara Amirante hace bastantes años. Nos explicaba el proceso de su vuelco en la ayuda a los marginados por la droga. Decía: “Me dijeron los especialistas que iba a quedar ciega y le dije a Dios: Si conservo la vista daré toda mi vida para servirte en los más necesitados”. Y lo hicieron los dos: Dios y ella.
Me pareció entonces una muchacha frágil, inmensamente generosa, valiente, resuelta, emprendedora. Pero también extrañamente sencilla, encantadora con su constante sonrisa, cercana, segura…
Hoy es un personaje. No porque ella se lo crea (no lo necesita), sino porque se ha ido convirtiendo en una perla admirada, requerida y engastada entre las muchas acciones más acertadas que se realizan en la Iglesia en favor de los marginados.
Nació en Roma en 1966 y empezó en Roma, en la estación Termini, a dedicarse a sus destinatarios, el pueblo de la noche. Fundó en los años noventa la Comunidad Nuovi Orizzonti con los muchachos que se liberaban de los problemas de la drogodependencia, alcoholismo, prostitución, SIDA, salidos de la cárcel, niñas-madres, niños de la calle… con un camino de conocimiento de sí y curación del corazón que Chiara llama El Arte de amar.
Ha encontrado en los medios de comunicación social una plataforma eficaz para sensibilizar y obtener ayuda en sus proyectos. Y la ha encontrado también, a la vista de la solidez de sus iniciativas, en las autoridades de la Iglesia. El cardenal Tonini, por ejemplo, llevó al Sínodo sobre la vida consagrada (1994) la experiencia de Clara que es Consultora del Pontificio Consejo de la Pastoral para los Emigrantes e itinerantes, miembro de la Comisión científica para la revista People on the Move de esa Congregación, Consultora del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, invitada en la XIII Asamblea general ordinaria del Sínodo de los obispos sobre el  tema La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana.
El Centro estuvo en Trigoria, al Sur del EUR. En 1997 la comunidad se trasladó al Centro de formación, evangelización y acogida en Piglio (Frosinone) un poco más al Sur.
En el 2000 Chiara inauguró su primera fundación en Brasil y en Bosnia-Herzegovina (Međugorje). Y en 2006 lanzó la iniciativa de los Caballeros de la Luz en varios países.
Esto es Adviento hoy. Hacer que Jesús pueda nacer en los que más lo necesitan porque la vida (¿qué vida?, ¿la de quiénes?) los ha arrojado al pesebre del desinterés, la exclusión, el descarte, como tantas veces oímos describirlos a Francisco el Papa, el Padre de todos. 

sábado, 9 de diciembre de 2017

Shanidar: trogloditas, pero humanos.

En los montes Zagros de la región de Erbil al norte de Irak hay una cueva, la de Shanidar, a la que te invito a asomarte. Entre los restos humanos, neandertales, se encontraron hace unos sesenta años, los de un adulto anciano muerto hace más de 50.000 años, cuando él contaba 40. Según los antropólogos que lo estudiaron era un hombre muy limitado: le faltaba el antebrazo derecho, tenía lesiones en la pierna del mismo lado, la huella de una fuerte lesión en la cabeza siendo niño por la que seguramente había perdido la visión de un ojo, y sordera en ambos oídos por un crecimiento óseo en los canales auditivos de ambos oídos.  
Recientemente Erik Trinkaus, profesor de antropología en la Universidad de Washington en St. Louis, y Sébastien Villotte, del Centro Nacional Francés de Investigación Científica, han tratado de imaginar la vida de un hombre anciano  hace tantos años (tener cuarenta años era entonces ser anciano) y han sugerido que la convivencia de aquella sociedad estaba presidida por sentimientos de respeto, acogida, ayuda, protección y curación en un medio de vida difícil al ser una sociedad de cazadores-recolectores en la que este hombre del Pleistoceno no habría podido sobrevivir por sí solo.
Los prejuicios de considerar a nuestros parientes primitivos poco atentos y hasta desaprensivos o violentos en el trato recíproco deben ceder paso a la convicción de que razas como la neandertal (u otras de las que descendemos) eran y manifestaban actitudes de cercanía y ayuda que en esta refinada sociedad nuestra parecen a veces olvidados.
¿De verdad progresa el hombre en su condición humana? ¿O la debilidad en la que nos educamos y educamos da como fruto un egoísmo que nos lleva a engreírnos, clasificar a los que caminan a nuestro lado y despreciar al que nos parece que, por ser menos que nosotros, no merece nuestra cercanía y nuestra ayuda? 

lunes, 4 de diciembre de 2017

Todos somos Uno.

Elías Taberlet soñó siempre con tener un rebaño de ovejas y convertirse en dueño y pastor de ellas. Decía: "Comencé a acercarme al campo desde niño, cuando tenía seis años. Iba al campo con mi padrino y quedaba fascinado por el contacto con la naturaleza y con los animales. Después pensé que aquella pasión podía convertirse en trabajo. Mi familia me regaló una oveja cada uno: una la abuela, otra el padrino, otra mis padres... un regalo que fue un punto de partida para mi futuro”.
Esto sucedía hace pocos meses en Posada, en el Nordeste de Cerdeña.
No ha de extrañar el nombre del pueblo de Elías si en Cerdeña se encuentran pueblos,  lugares y ciudades que se llaman Cabras, Vallermosa, Iglesias, Teulada, Torres, Arenas, Palmas, Piscinas… (¡la historia!).
Y sucedió que una noche le robaron a Elías las ovejas. Se conoció el hecho y la tristeza de Elías, de 17 años. Y se organizó lo que llaman en aquel lugar una ”sa paradura”, “un gesto de solidaridad de la Cerdeña rural – como se lee en la crónica periodística de los hechos -: cada miembro de la comunidad regala una pieza.  Elías dice: “Ahora tengo 80; no olvidaré nunca esta generosidad”.
“Elías Taberlet – sigo copiando del periódico - se siente todavía un poco incrédulo, porque no pensaba que su historia iba a hacer tanto ruido. En cambio la aventura de este muchacho sardo, de Posada, que quiere ser pastor, se ha hecho famosa. Tanto por la joven edad de Elías, que tiene 17 años, como por lo que la historia supone, un símbolo de generosidad y de amistad.
 "No pensé en renunciar, pero estaba muy desilusionado…eran el regalo de mis parientes y la base de mi profesión".
Elías no quería que se conociese el hecho, pero el padrino envió una carta al diario “La nuova Sardegna” describiendo la tristeza del muchacho y lo que las ovejas suponían para él.
Se abrió un torrente de solidaridad en la que estuvo activa la web. Laura Laccabadora en Facebook propuso regalar algún animal al muchacho... “Tengo dos cabras: se las puedo regalar” “Yo no tengo animales pero le compro uno”. Y el grupo sardo Istentales organizó para Elías "sa Paradura", como se ha dicho.
“Ha sido emocionante; no dejaré nunca de pensar en lo que han hecho por mí”.