martes, 10 de octubre de 2017

Tito Zeman, mártir de la Fe (2/2).

El pasado 30 de Septiembre tuvo lugar en Bratislava una celebración solemnísima en honor del nuevo beato salesiano Titus Zeman, mártir. Y como el dicho antiguo verba movent, exempla trahunt (las palabras conmueven, los ejemplos arrastran) vamos a repasar brevemente, para los que no conocen los hechos, los ejemplos que nos conmueven y que pueden arrastrarnos de algún modo.
La noche del 13 al 14 de abril de 1950 el régimen comunista prohibió en Checoslovaquia las órdenes religiosas, ocupó con sus milicianos las casas de los religiosos, trasladando a los consagrados a conventos transformados en checas. Entre ellos varios salesianos de Don Bosco. En Eslovaquia esta noche dramática fue llamada «La noche de los bárbaros».
Don Tito Zeman, joven sacerdote salesiano, se encontraba en la parroquia de Senkvice, con lo quedó libre de la confinación de aquella noche. Otro joven salesiano Ernest Macák pensó que la solución para librar a los seminaristas salesianos de esa medida era hacer que, pasando – ilegalmente, según las autoridades de la nación - las fronteras de Checoslovaquia y Austria, llegasen a la Casa Madre de los Salesianos en Turín.
Zeman se encargó de ello y organizó dos expediciones de más de 30 jóvenes Salesianos. Pero en la tercera fue arrestado con la mayor parte de los componentes del grupo. En los interrogatorios sucesivos le golpearon como a los demás y le  rompieron algunos dientes. Pero para librar a sus Hermanos de ese sacrificio se declaró responsable del hecho que se condenaba.
El mismo Tito manifestaba más tarde: «Cuando me apresaron empezó mi Viacrucis. Desde el punto de vista psíquico y físico lo he vivido durante el encarcelamiento preliminar. En la práctica duró dos años… Vivía con el temor continuo de que en cualquier momento se abriera la puerta de mi celda y me llevasen fuera, al lugar de ejecución. Mire, por esto, todos mis cabellos se han vuelto blancos. Si vuelvo a las torturas inimaginables sufridas en los interrogatorios, le digo sinceramente que todavía me vienen escalofríos. Al pegarme y torturarme empleaban métodos inhumanos. Por ejemplo, llevaban un cubo lleno de porquería de cloaca, me metían en él la cabeza y la mantenían en él hasta que comenzaba a ahogarme. Me daban fuertes patadas en todo el cuerpo y me golpeaban con cualquier objeto. A raíz de uno de estos golpes, me quedé sordo durante varios días».
En el proceso se le acusó de traidor a la patria y espía del Vaticano. El fiscal general pidió para él la pena de muerte. El 22 de febrero de 1952 fue condenado a 25 años de cárcel incondicional y se le conceptuaba como «mukl», «hombre a eliminar». El 10 de marzo de 1964 salió de la prisión en libertad condicional, después de casi 13 años de reclusión y tras haber sido excluido de numerosas amnistías. Su salud estaba seriamente quebrantada.
Vivió con su hermano, trabajando de obrero en un almacén de productos textiles. Más tarde le permitieron trabajar de almacenista; ocupación que desempeñó hasta el final de sus días, irremediablemente marcado ya por los sufrimientos padecidos en la cárcel. Murió cinco años después, el 8 de enero de 1969.

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