martes, 9 de febrero de 2016

Al Mazapán!!

Con enorme sorpresa y hondo orgullo leo en una diario extranjero algo así como “21 ciudades que no te puedes perder”. Y entre las 21, de todo el mundo, están tres  ciudades españolas: San Sebastián, Ariete?-Ibiza (el interrogante es mío)  y Toledo. Para justificar la invitación se dice de Toledo: «Será la capital de la gastronomía española durante todo 2016. En esta ocasión presenta una carta especial, la Toledopass Gourmet, con la que se puede gozar de un tour de tapas en diferentes locales de la ciudad. Pero esto es solo el aperitivo. Porque en Toledo el 2016 será un año rico en acontecimientos, como las jornadas provinciales del “Puchero y la Cazuela” entre febrero y marzo, el concurso “Tapeando por Toledo” en junio y las Jornadas de la Tapa con el complemento del Cocktail en Toledo en el mes de noviembre. 
Para comer, se paladea la sopa castellana, un caldo, cocido en una olla de barro, a base de ajo, pimienta dulce y jamón con pan y huevos. La paella aquí tiene una versión peculiar, con pollo, gallineta, calamares y hongos. Hay que probar también el cochifrito (a base de carne de cordero o cerdo, primero estofada y después frita con aceite y especias) y las carcamusas – sic -  (carne desmenuzada y estofada con tomate y guisantes). Imprescindible la codorniz estofada con hierbas aromáticas y, en general, la caza con hongos o peras, frita en mantequilla y después regada con brandy.
Antes de partir, es obligada también una vuelta de shopping gourmand: entre los recuerdos golosos, el queso Manchego, el azafrán y las cebollas de la Mancha,  el aceite de los Montes de Toledo, los vinos de Uclés y Méntrida, el jamón serrano y, entre los dulces, el mazapán».
El orgullo se me acabó al acabarse las excelencias que brinda Toledo a sus visitantes, según el reclamo turístico: ¿Toledo es eso? ¿Toledo es solo eso? ¡Precisamente Toledo! Y sufrí la angustia de pensar (y la sigo sufriendo) que en el mercado de las excelencias se ofrece solo lo que no hace falta ofrecer porque tiene de por sí suficiente gancho para que se busque y se consuma. Y que en la educación (la que intentamos ofrecer) hayamos caído en la trampa de que, para que nos hagan caso, para no fracasar en una misión tan alta y tan perseguida, ofrezcamos el programa de Camacho, el de las bodas de Cervantes, porque al olor de lo que gusta puede ser que aguanten un poco lo que no nos dejan decir.

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