lunes, 2 de marzo de 2015

Más libros.

Prometida la prosa después de los versos, y después de un proverbio indio, he aquí algunas líneas de dos escritores, discutidos y discutidores, que, a pesar de que su pensamiento no sea pensamiento nuestro, nos dicen cosas sobre los libros que, sin duda, nos pueden hacer pensar en lo que son los libros en la vida y en la obra de los que escriben y de los que leen. Y pueden ayudarnos a apreciarlos, a comprarlos, a leerlos. Siempre que sean, naturalmente, alimento sano y sanador. 
Proverbio indio: “Un libro abierto es un cerebro que habla; olvidado, un alma que perdona; destruido, un  corazón que llora”.

Ahmed Salman Rushdie, indio de nacimiento (Bombay, 19.6.1947)  y de nacionalidad británica, escribía: En casa, cuando a alguien se le caía un libro, no sólo debía recogerlo, sino besarlo en señal de desagravio. Como en mi niñez todo se me caía de las manos, llegué a besar muchísimos libros.
Todas las familias devotas de la India conservan la costumbre de besar los libros sagrados, pero nosotros besábamos los diccionarios, los atlas, las novelas y hasta los tebeos de Supermán. Si alguna vez se me hubiese caído la guía telefónica seguram. habría hecho lo mismo.
Eso fue antes de que besara a una chica. Porque el día en que lo hice, besar libros perdió algo de su encanto para mí. Con todo, uno nunca olvida su primer amor”.
Jean-Paul Sartre, filósofo y escritor francés (1905-1980), que vivió una infancia afectivamente atormentada, recordaba: “No sabía leer aún y ya reverenciaba aquellas piedras erguidas: derechas o inclinadas, apretadas como ladrillos en los estantes de la biblioteca o noblemente esparcidas formando avenidas de menhires. Sentía que la prosperidad de nuestra familia dependía de ellas. Yo retozaba en un santuario minúsculo, rodeado de monumentos pesados, antiguos, que me habían visto nacer, que habían de verme morir y cuya permanencia me garantizaba un porvenir tan tranquilo como el pasado... los libros fueron mis pájaros y mis nidos, mis animales domésticos, mi establo y mi campo”.

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