martes, 8 de julio de 2014

La Tesela.

Carranque (cerca de Illescas-Toledo), La Olmeda (en Pedrosa de la Vega– Palencia), La Tejada (muy allí también, en Quintanilla de la Cueza), Clunia Sulpicia (Coruña del Conde– Burgos), Almenara Puras (Olmedo- Valladolid), Itálica (Santiponce– Sevilla… son otros tantos luminosos cementerios de otras tantas luminosas teselas milenarias, testigos y frutos de invasiones, luchas, conquistas, holganzas, sueños de belleza, programas de eternidad…
Asombran los mosaicos que afloran cuando la afición al pasado de nuestros buscadores de tesoros ocultos nos las ofrece. Pero yo gozo y sufro al mismo tiempo con cada una de las humildes teselas que los forman. Pétreas o cerámicas (¿qué más da su cuna?) no son nada y lo son todo. Sin una, sin dos o sin más el mosaico es siempre grandioso. Pero sin ninguna, no existe. Es verdad que la alianza sellada por su conjunto (una y otra y otra y otra…) con su inteligente coordinación, las convierte en una fascinación para el alma de un nostálgico. Pero es cada una de ellas, dispuesta a no estar sola, la que hace posible, la maravilla que contemplo y la que me anima a escribir lo que escribo. Porque la siento como un ser vivo o como el rasgo imprescindible de un ser superior igualmente o, mejor, soberanamente vivo. 
El que me ha aguantado hasta aquí ha adivinado que me ocupa un pensamiento más alto. Pienso, en efecto, en la maravilla de una mujer, de un hombre que, desde niño, animado por la sabiduría de sus padres, de sus educadores, de sus maestros, de sus amigos; de los libros, de la experiencia, de la necesidad de ahondar en la Naturaleza y en la Vida, ha ido haciendo de la suya una obra de arte. No ha desechado nada noble, nada cálido, nada radiante, nada difícil, nada generoso para convertirse en ese modelo de gracia humana que enriquece la Naturaleza y hace grande el mundo que tiene la suerte de tenerlo en su alma.

Hay padres y educadores y formadores (los conocemos) que desechan con facilidad muchas de las teselas que requiere la talla del cincel y el esmeril o el fuego del horno para que la obra de arte resulte redonda. Todo lo que supone esfuerzo, renuncia, trabajo, constancia, altruismo, abnegación, sacrificio… queda fuera de un plan de la existencia en el que cuenta poco o no cuenta nada el Amor. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.