viernes, 15 de marzo de 2013

La infinitud y... el vacío.



Acabo de leer una vez más el diálogo de un periodista francés, Victor.-M. Amela con un tuareg, Moussa Ag Assarid, que estudia – declara él mismo – Gestión en la Universidad de Montpellier.
Estoy seguro de que conocéis su contenido, pero es tan sencillo y tan noble, que he pensado que es bueno conservarlo como una brújula para ayudarme a no perder el rumbo en medio de mi desierto habitado.
Copio algunas de sus reflexiones. Bastan, sin comentarios, para hacerme pensar. Que es una las acciones que menos me cansan por lo poco que lo hago.  
“No sé mi edad. Nací en el desierto del Sahara. ¡Sin papeles!
El azul, para los tuaregs es el color del mundo. Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.
Pastoreamos… en un reino de infinito y de silencio.
… No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.
Allí todo es simple y profundo.
Hay muy pocas cosas ¡y cada una tiene enorme valor!
Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya lo es!
… vi el primer grifo de mi vida; vi correr el agua… y sentí ganas de llorar.
Lo que más añoro aquí… las estrellas.
Allí las miramos cada noche y cada estrella es distinta de otra…
Tenéis de todo, pero no os basta.
Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose!
¡Allí nadie quiere adelantar a nadie!
Aquí tenéis reloj. Allí tenemos el tiempo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.